“Pues si fuera algo dado de la experiencia, en su movimiento ininterrumpido, el recorrer exactamente, paso a paso, el continuo de los individuos, de las variedades, de las especies, de los géneros, de las clases, no sería necesario constituir una ciencia; las designaciones descriptivas se generalizan con pleno derecho y el lenguaje de las cosas, por un movimiento espontáneo, se constituiría en discurso científico.”…”La historia natural se haría inútil o, más bien, estaría hecha ya por el lenguaje cotidiano de los hombres; la gramática general sería al mismo tiempo la taxonomía universal de los seres. Pero si una historia natural, perfectamente distinta del análisis de las palabras, resulta indispensable, es porque la experiencia no nos entrega, tal cual, el continuo de la naturaleza. Lo da a la vez desmenuzado – ya que hay muchas lagunas en la serie de valores efectivamente ocupados por las variables (hay seres posibles cuyo lugar puede verificarse pero nunca se ha tenido ocasión de observar) –y revuelto, ya que el espacio real, geográfico y terrestre, en el que nos encontramos, nos muestra a los seres embrollados unos con otros, en un orden que, con relación a la gran capa de taxinomias, no es más que azar, desorden y perturbación.” Foucault, las palabras y las cosas, los límites de la representación, la organización de los seres.
“No se pone en duda lo que está al principio de las clasificaciones: estas tienen siempre como fin el determinar el “carácter” que agrupa a los individuos y a las especies en unidades más generales, que distingue estas unidades unas de otras y que, por último, les permite ajustarse de tal manera que formen un cuadro en el que todos los individuos y todos los grupos, conocidos o desconocidos, puedan encontrar su lugar.” Foucault, las palabras y las cosas, los límites de la representación, la organización de los seres.
“Así, pues, clasificar no será ya referir lo visible a sí mismo, encargando a uno de sus elementos la representación de los otros; será relacionar lo visible con lo invisible, como con su razón profunda, en un movimiento que hace girar el análisis, y después subir a partir de esta arquitectura secreta hasta los signos manifiestos de ella que se dan en la superficie de los cuerpos.”…”el carácter vuelve a tomar su viejo papel de signo visible que señala hacia una escondida profundidad; pero lo que indica es un texto secreto, una palabra velada o una semejanza demasiado preciosa para ser expuesta; es el conjunto coherente de una organización que retoma lo visible, en la trama única de su soberanía, tanto como lo invisible.”
Foucault, las palabras y las cosas, los límites de la representación, la organización de los seres.